Te despiertas por la mañana, separas la cabeza de la almohada, sacas los piés y los pones sobre la alfombra, llegas a la cocina, abres la alacena y sacas una jarra para poner el zumo de naranja. Esta rutina, tan común en miles de hogares cada día,sería muy distinta si en nuestra cultura no tuviéramos una más que clara influencia de nuestro pasado andalusí.
Son muchos los objetos que usamos a diario que deben su procedencia a uno de los pueblos que más años estuvieron en la Península y que más huella dejaron en nuestra cultura, los árabes.
Un elemento tan importante para nuestro descanso como es la almohada, debe su procedencia etimológica al árabe. Dos son las teorías al respecto. Por un lado, hay quien dice que viene del término árabe “al-mukhádda, que significa mejilla, por lo tanto la almohada sería donde reposa la mejilla. Otros afirman que es un invento de los almohades, para quienes la almohada es la extensión de la cabeza. Los almohades soñaban la península Ibérica. En lengua beréber almohada sería “la ensuavecida” o “la mullida”, pero sugiere también “el sagrado destino”. Al dormirse, uno se encomienda a su almohada de modo que así empezará a gozar de su gloria.